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Siempre ha habido desastres. La plaga bubónica borró a más de 25 millones de personas, o el 37% de Europa, en los años 1300. La pandemia de gripe de 1918-19 mató de 20 a 40 millones de personas. (Foto de Armando Waak/OPS)
Según meteorólogos, tanto el calentamiento global como cambios climáticos cíclicos y rutinarios están causando en el Caribe un mayor número de huracanes intensos. Si a eso se suma el número creciente de personas que vive en áreas como líneas costeras y en vivienda precaria, y la destrucción de infraestructura esencial en una crisis, como hospitales, el resultado es un potencial para desastres más devastadores que los de hace algunas décadas.
Siempre ha habido desastres. La plaga bubónica eliminó a más de 25 millones de personas, o el 37% de Europa, en los años 1300. Más recientemente, la pandemia de gripe de 1918-19 mató de 20 a 40 millones de personas en todo el mundo. Uno de los primeros desastres registrados, el de la erupción del Vesuvio en el año 79, sepultó la anciana ciudad romana de Pompeya, matando a unas 10.000 personas. En su rango potencial viven hoy día dos millones de personas, lo que ilustra una gran diferencia entre el pasado y el presente.
De acuerdo al CRED, en 1975 se reportaron unos 75 desastres en todo el mundo. En el año 2000 la cifra alcanzó los 525, bajando a justo menos de 400 en el 2004. Con gran diferencia, el mayor número de fatalidades, unas 450.000, aconteció en 1984. En el 2004, cerca de 300.000 personas murieron en desastres, pero el número de personas afectadas ha subido en picado desde 1975, con unos 600 millones de afectados por todo tipo de desastres en el 2002.
Los factores detrás de estos desastres están tan entrelazados y son tan complejos que algunos expertos piensan que lo más práctico en materia de preparación sea quizás enfocarse en la reducción de los riesgos en vez de en los factores detrás de los riesgos.
El terremoto de Michoacán en México en 1985 mostró que no basta con estar bien preparados porque los hospitales en la zona de desastre fueron destruidos. La fotografía muestra los daños causados a un hospital de Sri Lanka, tras el tsunami de fines del 2004. (Foto de Armando Waak/OPS)
Dave Paul Zervaas, coordinador regional para América Latina y el Caribe de la Estrategia Internacional de Naciones Unidas para la Reducción de Desastres (ISDR), argumenta que la preparación debe enfocarse en hacer menos vulnerables a las personas ante desastres.
"Creemos que ahora es mucho más importante fijarse en las vulnerabilidades, porque existen factores que uno puede controlar", dijo Zervaas. "Se puede trabajar en disminuir la vulnerabilidad [ante desastres]".
Zervaas dijo que un buen ejemplo es el huracán Katrina en Estados Unidos. Un número de factores contribuyeron con Katrina al daño y a la pérdida de vida. La tormenta fue enorme. Golpeó a una ciudad cuyas represas no habían sido fortalecidas o mantenidas por años, y la respuesta de emergencia de las agencias del gobierno fue en un principio inadecuada.
En América Central, tormentas como los huracanes Mitch y Stan acarrearon daños con lluvias y deslizamientos de tierra, no por viento. "El elemento pobreza y la situación de inequidad social no han mejorado gran cosa en la mayoría de los sitios", dijo Zervaas, quien añadió que la migración a las capitales conspira con una falta de planificación urbana para poner a la gente en peligro.
Claramente, el cambio climático -ya sea o no ayudado por el comportamiento humano- está teniendo un papel. Expertos en huracanes dicen que el mundo está en mitad de un cíclico y rutinario cambio climático que causa un calentamiento del Caribe, incrementándose así la frecuencia de fuertes tormentas. Según Stanley Goldenberg, un meteorólogo de la Administración Nacional Oceanográfica y Atmosférica de Estados Unidos en Miami, el efecto de esto es mayor que el del calentamiento global.
La OPS ha expandido sus programas para enfocarse no solo en preparación sino en mitigación. En imagen, oficiales de la OPS en Washington coordinan los trabajos de mitigación y socorro ante desastres. La Unidad de Desastres de la OPS está liderada por el Dr. Jean Luc Poncelet, en primer plano. (Foto de Armando Waak/OPS)
Aunque los terremotos constituyen algunos de los desastres más devastadores de años recientes, éstos están disminuyendo en su intensidad en comparación con tiempos pasados, dijo Ugarte. En estos momentos es extraño un terremoto con una magnitud de 8, 9 ó 10 en la escala Richter. El de el sur de Asia de octubre 2005 fue un 7.6, dijo Ugarte, añadiendo: "Cierto, estamos viendo mucho daño. Probablemente veamos más perjuicios en el futuro por fenómenos que son menores en magnitud que en años previos".
Los expertos concuerdan que los pobres son afectados desproporcionadamente. "En algunos de estos países la gente pobre busca espacios para levantar sus casas o sus comunidades [y] encuentran sitios que ya no se utilizan", dijo Ugarte. "Y esos lugares que ya no se utilizan usualmente son espacios con un mayor riesgo para fenómenos naturales. Existe una enorme relación entre este tipo de daño y pobreza".
Por ello, los servicios financieros juegan un papel tanto en prevención como en límites y recuperación de daños. Un informe titulado Futuros del cambio climático: dimensiones económicas y a la salud ecológica, publicado en noviembre del 2005, estipula los riesgos que genera el cambio climático. Uno de entre varios escenarios "involucrará impactos a la economía mundial suficientemente severos como para desmantelar la fibra que permite a los países ricos responder a catástrofes", según el reporte, que fue publicado por el Centro para la Salud y el Medioambiente Global, de la Escuela de Medicina Harvard, y patrocinado por la firma de reaseguros Swiss Re y por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo. Por más que sea importante alentar a personas, gobiernos y empresas a que compren seguros, no todos se los pueden permitir o ven la necesidad de hacerlo.
La micro-financiación es otra posibilidad que da a los pobres los medios para mejorar su situación económica así como prestándoles dinero para acciones de recuperación, de manera que los desastres no les afecten tanto.
Ugarte dijo que muchos países están trabajando para mejorar su preparación ante desastres, pero que se necesita hacer más. "Los países están ahora mejor preparados en comparación con 1970", dijo. "Pero ahora el nivel de preparación y reducción de riesgo que necesitas es enorme en comparación con ese año".
Expertos en desastres dijeron que sistemas de detección temprana y educación son esenciales para prevenir y mitigar los efectos de desastres naturales. (Foto de Armando Waak/OPS)
El terremoto de Michoacán en México en 1985 demostró que no basta con estar bien preparados porque los hospitales en la zona de desastre fueron destruidos. De igual forma, el huracán Iván, en Grenada, dañó y distorsionó la mayor parte del sistema de salud de la isla Caribeña, dificultando la respuesta de los trabajadores de la salud a las necesidades generadas por el huracán.
La OPS ha expandido sus programas para enfocarse no solo en preparación sino en mitigación. Esto incluye la reducción de muertes secundarias y destrucción que puede ocurrir luego de un desastre, así como la implementación de códigos a la construcción, que requiere que hospitales, escuelas, bases militares y otras estructuras vitales sean edificadas para aguantar tales desastres.
Muchos países dicen que no se pueden costear más preparación, pero algunas medidas son simples y pueden ser baratas, como un sistema de alerta por tsunami, dijo Ugarte. "Pero de ahí a Banda Aceh hay un trecho", dijo Ugarte en referencia a la capital de la provincia indonesa que fue más duramente golpeada por el terremoto y el tsunami de diciembre 2004. "Y de Banda Aceh a todas las pequeñas comunidades de la costa… Ese es otro asunto. Ese último eslabón de la cadena aún no esta puesto. Y es ese el sistema que tenemos que construir".
Expertos en desastres dijeron que sistemas de detección temprana y educación son esenciales para prevenir y mitigar los efectos de desastres naturales. En su reporte Desastres del Mundo 2005, la Federación Internacional de las Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja indica que una simple llamada por teléfono salvó miles de vidas cuando las gigantescas olas de tsunami golpearon la India en el 2004. El hijo de un pescador de nombre Vijayakumar Gunasekaran, que vive en Singapur, escuchó del tsunami antes por radio, y telefoneó a familiares que vivían en la costa Este de la India. Luego de este aviso, la totalidad de los 3.630 residentes evacuaron su poblado antes que las olas llegaran.
Artículo escrito por Theresa Braine, periodista, desde Ciudad de México.
Reproducido íntegramente con autorización de la fuente y publicado originalmente en inglés en el Boletín de la Organización Mundial de la Salud, Volumen 84, Número 1, Enero 2006, 1-80
Traducción: José A. Carnevali, Oficina de Información Pública (OPS)
Desastres naturales causan 235.000 muertos en 2008, informa ONU
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El su informe anual, la ISDR indicó que si bien en 2008 se registraron menos desastres que en los años anteriores, su impacto en la población fue mayor.
El ciclón Nargis fue el siniestro con un mayor costo de vidas, al dejar 138.000 muertos en Myanmar. En segundo lugar se ubicó el terremoto en la provincia china de Sichuan, que se cobró 87.000 vidas.
Sálvano Briceño, director de la Estrategia explicó que los efectos de los desastres son cada vez mayores, entre otros motivos porque ha aumentado mucho la población que vive en áreas urbanas de alto riesgo.
Además, el cambio climático avanza y se ha incrementado la degradación ambiental, agregó.
“Con esos factores más la pobreza acumulada que expone a las comunidades más necesitadas a estos peligros, el problema no se puede resolver fácilmente. Es un proceso a largo plazo. Tenemos confianza y optimismo, pero desde luego es un gran desafío y urge actuar rápidamente, como le repetimos a los gobiernos todo el tiempo”, subrayó Briceño.
Las inundaciones y tormentas fueron los desastres más frecuentes en 2008, con 255 siniestros de este tipo.
Asia fue la región del mundo con más catástrofes. Sólo China registró 26, las Filipinas 20, Indonesia 16, y Vietnam y la India diez cada uno.